jueves, 25 de junio de 2015

capitulo 13



capitulo 13

Se me ocurrió que tal vez no sería bueno para mí permitir que me hiciera café.
Cualquier día me iba a echar algo en él. Arsénico o algo así.
Antes de que me diera tiempo a sentarme, ella llamó a mi puerta.

—Adelante.

Puso el café frente a mí con la fuerza suficiente para que se saliera un poco y cayera sobre lo que ella sabía perfectamente que era una mesa hecha a medida de quince mil dólares, y se volvió para mirarme.

—¿Vamos a hacer la reunión habitual sobre su agenda esta mañana? —Estaba de pie cerca de mi mesa en un lugar bañado por la luz del sol. Unas sombras se proyectaban sobre su vestido, acentuando la curva de sus pechos. Joder, quería meterme uno de sus pezones tensos en la boca. ¿Hacía frío en mi oficina? ¿Cómo podía tener frío ella si yo estaba sudando a mares?

Tenía que salir de allí.

—No. Se me había olvidado que tengo una reunión en el centro esta tarde. Así que me voy dentro de diez minutos y estaré todo el día fuera. Mándeme un email con todos los detalles —le respondí apresuradamente encaminándome a la seguridad y la cobertura de mi mesa.

—No sabía que tenía ninguna reunión fuera de la oficina hoy —dijo escéptica.
—No, no tiene por qué saberlo —le dije—. Es personal.

Cuando no respondió me atreví a mirarla y vi una expresión extraña en su cara.
¿Qué significaba esa cara? Obviamente se la veía enfadada, pero había algo más. Estaba... ¿estaba celosa?

—Oh —respondió mordiéndose el labio inferior—. ¿Es con alguien que yo conozca? —Ella nunca hacía preguntas sobre adónde iba—. Es por si su padre o su hermano le necesitan para algo.

—Bueno... —Hice una pausa para torturarla un poco más—. En estos tiempos, si alguien necesita localizarme para algo puede llamarme al móvil. ¿Algo más, señorita esposito?

Ella dudó un momento antes de levantar la barbilla y cuadrar los hombros.

—Como no va a estar aquí, estaba pensando que me gustaría empezar mi fin de semana un poco más pronto. Quiero hacer unas compras para mañana por la noche.

—No hay problema. La veré mañana.

Nuestras miradas se encontraron por encima de la mesa y la electricidad que había en el aire se hizo tan palpable que pude sentir que se me aceleraba el corazón.

—Espero que su «reunión» sea de lo más agradable —me dijo con los dientes apretados mientras salía y cerraba la puerta tras ella.

Sentí alivio cuando la oí marcharse quince minutos después. Decidí que ya estaba seguro y podía irme, recogí mis cosas y me encaminé hacia la puerta. Me detuvo un hombre que llevaba un enorme ramo de flores.

—¿Puedo ayudarlo en algo? —le pregunté.

Él levantó la vista de su portapapeles y miró a su alrededor antes de responder.

—Tengo una entrega para la señorita lali esposito.

«Pero ¿qué...? ¿Quién demonios le mandaba flores? ¿Es que estaba saliendo con alguien mientras nosotros...?» Ni siquiera pude terminar ese pensamiento.

—La señorita esposito ha salido a comer. Volverá dentro de una hora —mentí. Tenía que echarle un vistazo a la tarjeta—. Yo se lo firmaré y me aseguraré de que las reciba. —Él puso las flores sobre la mesa.

Firmé rápidamente, le di una propina y me despedí cuando se fue. Durante tres largos minutos me quedé allí de pie, mirando las flores, deseando poder dejar de ser tan idiota y no mirar la tarjeta.

Rosas. Ella odiaba las rosas. Solté una risita porque quien quiera que le hubiera mandado eso no la conocía en absoluto. Hasta yo sabía que no le gustaban las rosas. La había oído decírselo a Sara un día, cuando hablaba de que una de sus citas le había mandado un ramo. Se las había regalado a alguien porque no le gustaba su olor tan fuerte. Finalmente mi curiosidad pudo conmigo y arranqué la tarjeta del ramo.

Estoy deseando que llegue la cena.

benjamin amadeo



Esa extraña sensación empezó a expandirse lentamente por mi pecho de nuevo mientras arrugaba la tarjeta en mi puño cerrado.

Recogí las flores de la mesa, salí por la puerta, cerré con llave y caminé por el pasillo hasta el ascensor.

Justo cuando se abrieron las puertas, pasé junto a una papelera y, sin pensármelo dos veces, tiré el jarrón con todo su contenido dentro.

No sabía qué demonios me estaba pasando. Pero sí sabía que de ninguna de las manera ella acabaría saliendo con benjamin amadeo.

Me pasé la mayor parte del sábado corriendo en el lago, tratando de airearme un poco, de tomar distancia y aclarar mis pensamientos. Pero aun así el viaje de una hora en coche hasta la casa de mis padres me dio mucho tiempo para que volviera la maraña de frustraciones a mi cabeza: la señorita esposito, cómo la odiaba, cuánto la deseaba, las flores que le había enviado benjamin. Me arrellané un poco más en el asiento e intenté que el ruido sordo del motor del coche me serenara. Sin embargo, no funcionó.

Los hechos eran los siguientes: me sentía posesivo con ella. No de una forma romántica, sino más bien del tipo: «Darle un golpe en la cabeza, arrastrarla del pelo y follármela», por así decirlo. Como si ella fuera mi juguete y yo no quisiera que ninguno de los demás niños del parque jugaran con él. ¿No era eso muy enfermizo? Si ella me oyera alguna vez admitir tal cosa, me cortaría los huevos y me los haría comer.

Ahora la cuestión era saber cómo proceder. Obviamente benjamin estaba interesado.

¿Cómo no iba a estarlo? Todo lo que le había llegado era información de segunda mano de mi familia, que obviamente la adoraba, y estaba seguro de que le habían enseñado por lo menos una fotografía. Si yo solo supiera eso de ella, también estaría interesado. Pero no había forma de que él llegara a tener una conversación con ella y la encontrara igual de atractiva.

«A menos que solo quiera follársela...»

El sonido del cuero del volante chirriando bajo mis manos me dejó claro que era mejor que no pensara en eso.

Él no habría accedido a conocerla en la casa de mis padres si no quisiera de ella más que sexo, ¿verdad? Sopesé esa idea. Tal vez sí que quería conocerla mejor. Mierda, incluso yo tenía que admitir que estuve un poco intrigado antes de que llegáramos a hablar. Por supuesto eso no me duró mucho y después ella ha demostrado ser una de las personas más exasperantes que he conocido en la vida. Desgraciadamente para mí, el sexo con ella es el mejor que he tenido.

Joder, mejor que él no llegara tan lejos con ella. No estaba seguro de tener un buen sitio para esconder un cuerpo por allí.

4 comentarios:

  1. Ara me escribis la dirección de la http de tú otro blog que se me borró del historial Pensaba que lo tenía guardado pero no! Por fa

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  2. Jajaja me reí con la última parte! Más más

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